«Dos plazas y media»

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Al ver la obra, al principio dos cosas me llamaron la atención: en primer lugar su peculiar título (Dos Plazas y Media) que ya desde entrada nos insinúa un poco sobre la historia pero nos deja la intriga de lo que realmente sucederá en ella; en segundo lugar, el hecho de que esté actuada por el mismo escritor de la obra, lo que es un hecho curioso. Me llama mucho la atención cuando un autor se pone en la piel del personaje que creó, ya que desde mi punto de vista, es el único que posee la visión más aproximada al personaje imaginado.

El entrar a la sala somos recibidos por una ambientación que nos ayuda a ingresar en la idea espacial de la obra: un sonido de agua de fondo, luz azul tenue iluminando el escenario y objetos vistos por partes que parecieran como si se estuvieran hundiendo. Rápidamente al espectador se le entrega la idea de que el escenario es agua y no cualquier agua, si no que todos los objetos en él están flotando en el océano. Por la peculiaridad de los objetos ya no es complicado pensar que ha ocurrido un accidente: un avión o barco que se estrelló. Esta propuesta es un acierto muy inteligente, con escenografía de la mano de Ana Repetto, ya que sin comenzar la acción, mientras las personas ingresan, se acomodan y apagan sus celulares, ya están recibiendo información y el lugar donde sucede la historia ya es establecido mucho antes de decir una palabra.

Al poco tiempo son introducidos los dos personajes: Wally (Damian Valgiusti), un hombre que ha perdido la memoria y que pese al accidente ha encontrado su forma de apañarse, con momentos de inteligencia, de inocencia y ternura como un niño. Resalta mucho más estas características al conocer a Meli (Luciana Ulrich), una mujer que si bien se muestra independiente, termina formando equipo con Wally.

La manera en la que conectan los personajes junto con esta ambientación apocalíptica me recordó a  “Buscando un amigo para el fin del mundo”. Sin embargo, esta historia da un giro inesperado alejándome de esa idea que había concebido inicialmente.

Al igual que los personajes realizan un viaje dentro de este océano, dentro de sus sentimientos y dentro de la búsqueda para descifrar qué fue lo ocurrido, lo mismo ocurre con el espectador, ya que poco a poco la historia va dando giros hasta girar completamente y otorgarnos el desenlace menos esperado. Durante el transcurso de la historia, como espectadores vamos atando cabos y formando nuestras propias conclusiones.

Las actuaciones son excelentes. Tanto Ulrich como Valgiusti son muy expresivos, tienen un muy buen manejo de la escena.

Concluyendo a una reflexión final, “Dos Plazas y Media” es una historia cautivadora, perfectamente ambientada, que ofrece a la par de una obra de teatro un viaje a un océano abierto con toques de fantasía.

Alejandro Colturi para Es la Cuarta Pared

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