«Lúcido»

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En el día de su cumpleaños, Lucas ensaya, a modo de ejercicio terapéutico, un sueño lúcido, es decir, aquel en el que el soñante busca ser consciente de estar soñando. Está acompañado por su madre y su hermana. Más tarde sabremos que esta última ha regresado para reclamar algo que le pertenece. A partir de estas circunstancias se desarrolla el conflicto que muestra a una familia obligada a enfrentar su historia no exenta de situaciones traumáticas y de dolores sin remediar.

Se trata de una especie de tragicomedia con elementos y situaciones que obligan al espectador a acomodarse a una lógica absurda que provoca comicidad, pero sin perder el tono dramático que tiñe los vínculos de una familia que, como tantas, exhibe sus mecanismos disfuncionales.  De este modo, se genera una atmósfera enrarecida que remite, precisamente, al mundo de lo onírico y ofrece un despliegue de símbolos que será necesario reinterpretar.

La escenografía mínima ofrece una recreación de los espacios con un especial cuidado de la gama de colores de los objetos y del vestuario, así como un muy acertado trabajo de iluminación. La escena cuenta con elementos simples, pero nada queda librado al azar -todo está allí por alguna razón- . Al igual que en la dinámica de lo inconsciente, se trata de signos dispuestos como los hilos de una trama que los observadores tendrán que hilvanar. Pese al efecto cómico de algunas interacciones, habrá que soportar la carga de angustia que los personajes expresan. 

“Lúcido” es, finalmente, una metáfora del dolor y del deseo, una metáfora acerca de la imposibilidad de superar determinados eventos trágicos.

Valeria Melczarski para Es la Cuarta Pared

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